El Banco de España actualizó el martes las previsiones macroeconómicas españolas para el cierre de este año y para 2015, recogiendo los últimos acontecimientos exteriores, que en el caso del petróleo tiene un efecto terapéutico sobre la demanda y el saldo por cuenta corriente importante. Tras la aceleración de la demanda interna privada en los últimos meses, la economía estaría creciendo en el cuarto trimestre del ejercicio a una tasa intertrimestral del 0,6% y del 1,9% en tasa interanual, pese a que el crecimiento anual agregado quedaría en el 1,4%. Este ritmo de avance permite asegurar que la economía entrará en 2015 a una tasa de crecimiento medio del 2%, que en condiciones normales se acelerará en trimestres sucesivos si se consolidan variables tales como la bajada del precio del crudo, la depreciación del euro y la mejora continua de las condiciones de financiación de la economía.
La institución que dirige Luis María Linde maneja un escenario para 2015 en el que el PIB avanzará el citado 2% con el crudo a una media de 68 dólares (está ya a 59 dólares), un euro a 1,24 dólares (tal como está ahora) y un bono a diez años, que es la referencia para financiar la economía, a 2,4% (cuando cierra 2014 al 1,7%). Contempla un avance del consumo interno privado del 2,6% y un avance de la inversión del 5,8%, acelerada en equipamiento y con tasa positiva por vez primera desde 2007 en la construcción. La estimación para el empleo, que ha ganado intensidad y calidad (más fijos y menos temporales) en el tramo final del ejercicio, es de un incremento del 1,6% en términos de creación de empleo a tiempo completo equivalente, que bien podría llegar al 2% (340.000 puestos de trabajo) en términos nominales.
Con este mismo basamento macroeconómico, el Gobierno ha empezado a abrir la mano en el control riguroso del gasto público practicado en los tres primeros años de la legislatura, con un nuevo subsidio para parados de larga duración, y a reconocer avances en el salario mínimo interprofesional, congelado en los años pasados. Tras haber condonado los costes financieros venideros a las regiones por la deuda asumida por el Estado para las comunidades que acudieron en su día al Fondo de Liquidez Autonómico, ha activado un fondo paralelo para las regiones cumplidoras a coste cero por tres años, y un tercero de 850 millones para financiar pagos municipales, también a coste cero, en lo que es un ejercicio de abierta contradicción con la política practicada en años pasados, y que no es otra cosa que premiar a quienes se habían gestionado mal y habían sido rescatados por el Estado.
De repente parece que las arcas públicas lo soportan todo, cuando hay muy pocas cosas que hayan cambiado de unos meses a otros, salvo que persiste la caída de los costes de financiación para el Tesoro, que así lo traslada al resto de Administraciones, o que estén en capilla procesos electorales intensos, con autonómicas y locales en mayo de 2015, y generales a fin de año.
El marchamo de la economía ha permitido cuadrar el déficit de 2014 con cierta holgura, ya que Hacienda ha comenzado a regar con recursos a Administraciones a las que hasta ahora mantenía a dos velas. Y para 2015 parecen haberse esfumado, visto y no visto, los temores a un incumplimiento del objetivo de déficit fiscal por la rebaja de los impuestos personales y corporativos. Es verdad que el escenario ha mejorado para la actividad, y que la demanda interna privada coge una velocidad de crucero importante que puede proporcionar recursos excepcionales a las arcas públicas. Pero la economía, aunque esté despegando, no debería levantar los pies del suelo, puesto que sigue cogida por alfileres.
Dado el alto grado de endeudamiento que tiene, sobre todo con el exterior, y la tendencia a elevarlo a nada que se mueva la demanda interna por la generación de desequilibrios por cuenta corriente, hay una dependencia enfermiza de la evolución financiera exterior. Hasta el propio Banco de España admite que los riesgos de que el crecimiento se desvíe al alza sobre el 2% previsto son prácticamente idénticos a que lo haga a la baja. Igual que hay riesgo de quebrar la recuperación con subidas de sueldos generalizadas, hay riesgo de echar a perder tres años largos de rigor por un escenario súbitamente animoso, agitado por la escalera de color electoral.
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